jueves, 20 de enero de 2011

El día de mi muerte


Cansado en la cama del hospital, rodeado de familiares con sus deseos aun más cansadores (que no contentos con todo el escándalo de sus aullidos infernales, traen un cura para que pida perdón), Me preparo para afrontar mi final.

La fecha de caducidad llegara en un par de horas, o menos a lo mejor.

Estoy exhausto, si, pero hay un dejo de alegría en mi interior. El pasado no me importa en este momento, y el futuro me quita la presión de su existencia. Que felicidad más grande.

Cuando mis ojos se cierran y me siento libre, escucho un sonido seco, como el de una tabla cayendo contra el piso: es dios cerrando su paleta de director de cine, y por la puerta de la habitación entran todas las personas que conocí en mi vida.

Todo es una broma, me dicen.


por Manuel Castillo Rojas (yo)

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