domingo, 28 de marzo de 2010

Un Cantar Discordante


Disfrutando de la última gota de inocencia

El mundo abre los brazos, cierra los ojos y ríe

Cayendo en la trampa de un paraíso prometido

La luz de las apariencias cegó a todos los ilusos

Convirtió a los soñadores

Derrumbo a los caminantes


Una parte de mi sacó unos sables

En guerra contra la maleza de esta selva

Sin fuerza su cansancio lo persuade

Mostrándole un espejo sin su rostro


La voz de los cantares se hace unísona

Pierde su afinación y es atrayente

Razona en una forma discordante

Pero la percepción ya esta perdida


Las huellas no parecen importantes

La arena sigue lisa y me recuerda

A la parte de mí que busca algo

En la era de los monjes y certezas


Manuel Castillo Rojas

sábado, 16 de enero de 2010

Arthur Rimbaud: "Una temporada en el infierno"


Arthur rimbaud, el niño terrible de las letras francesas, poeta maldito por excelencia, de una agitada vida, sus letras gozan de juventud eterna, después de todo, a los veinte años decidió no volver a escribir.
si hablamos de letras oscuras, de desencanto existencial, de construir paisajes ruinosos, de cambiar a cada segundo del bien al mal, de heridas que buscan ser salvadas, pero que cuyo creador se niega a recibir auxilio alguno, "una temporada en el infierno" es una obra que sin dudas hay que conocer. introduccion perfecta, para quien busque inmiscuirse en ese difícil mundo del "simbolismo", o mejor dicho "Malditismo Francés".
a continuación una pequeña muestra del comienzo, mas un poema inmerso en la obra, con el link para que puedan descargar el libro.

Una temporada en el infierno

Antaño, si mal no recuerdo, mi vida era un festín donde corrían todos los vinos, donde
se abrían todos los corazones.
Una noche, senté a la Belleza en mis rodillas. Y la encontré amarga. Y la injurié.
Yo me he armado contra la justicia.
Yo me he fugado. ¡Oh brujas, oh miseria, odio, mi tesoro fue confiado a vosotros!
Conseguí desvanecer en mi espíritu toda esperanza humana. Sobre toda dicha, para
estrangularla, salté con el ataque sordo del animal feroz.
Yo llamé a los verdugos para morir mordiendo la culata de sus fusiles. Invoqué a las
plagas, para sofocarme con sangre, con arena. El infortunio fue mi dios. Yo me he tendido
cuan largo era en el barro. Me he secado en la ráfaga del crimen. Y le he jugado malas
pasadas a la locura.
Y la primavera me trajo la risa espantable del idiota.
Ahora bien, recientemente, como estuviera a punto de exhalar el último ¡cuac! pensé
en buscar la llave del antiguo festín, en el que acaso recobrara el apetito.
Esa llave es la caridad. ¡Y tal inspiración demuestra que he soñado!
"Tú seguirás siendo una hiena, etc... declara el demonio que me coronó con tan
amables amapolas. "Gana la muerte con todos tus apetitos, y con tu egoísmo y con todos los
pecados capitales".
¡Ah! ¡por demás los tengo! Pero, caro Satán, os conjuro a ello, ¡menos irritación en
esos ojos! Y a la espera de las pocas y pequeñas cobardías que faltan, desprendo para vos,
que amáis en el escritor la ausencia de facultades descriptivas o instructivas, unas cuantas
páginas horrendas de mi carnet de condenado...

CANCIÓN DE LA MÁS ALTA TORRE

Que llegue, que llegue,
El tiempo en que se quiere.
Tanta paciencia tuve
Que todo lo he olvidado.
Temores y dolores
Al cielo se han volado. Y la malsana sed
Mis venas ha nublado.
Que llegue, que llegue,
El tiempo en que se quiere.
Tal como la pradera Entregada al olvido,
En que incienso y cizañas
Creciendo han florecido,
Bajo las sucias moscas
Y su feroz zumbido.
Que llegue, que llegue,
El tiempo en que se quiere.






pd:perdonen lo poco por el momento, estoy preparando mas cosas.