Despierto en el Santiago del año tres mil, si es que aun existe. Con las pista de acero, y sus autos deslizándose sobre ella.
En la otra vereda un café de hace mas de mil años, en tono de sepia. Entro.
Suena ” and I love her “de The Beatles. Mi traje metálico cambia, no se en que momento, y ya soy un hombre de época, con sombrero.
La diviso, desinteresada como siempre, con un cigarro fino, como nunca. Tiene ese mismo tono en sus ojos, que llevaba desde el principio, desde aquella atrayente manzana, o en mi soledad de las cruzadas, en la guerrilla aquella contra el imperio, o cuando nuevas vidas nos acechaban.
Estaba ella, y el mundo, en tono de sepia.
Me acerco a su mesa, se que me esperaba, aunque sus ojos miren todo el universo, se que yo estoy en el. Dos copas y una mujer en la mesa, hace mil años, esperando, con su carnada infernal, de tono verde, por sobre la sepia. Vuelvo a tomar su veneno, cierro los ojos y caigo en su muerte.
Manuel Castillo Rojas
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